LG G3, análisis tras un mes de uso

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Es uno de los claros protagonistas del mercado. El LG G3 que la empresa surcoreana presentó hace unos meses supone una apuesta mucho más arriesgada que la que ofrecían propuestas más conservadoras como las de Samsung o HTC, pero ¿ha merecido la pena poner todas las cartas sobre la mesa?

Es lo que hemos tratado de dilucidar tras un mes utilizando uno de los terminales más completos del mercado a nivel de especificaciones hardware. En Xataka ya realizamos un análisis completo del LG G3, pero hemos afrontado esa reflexión desde un punto de vista distinto: su uso durante un periodo continuado. Veremos si pasa la prueba.

Un terminal premium al que hay que acostumbrarse

Puede que LG no haya utilizado el metal en la carcasa como algunos suelen atribuir a dispositivos de construcción premium, pero lo cierto es que la presencia de una carcasa plástica es una gran elección por varios motivos. Su acabado es perfecto, y además es posible extraerla para acceder al cambio de la batería o a la ranura microSD.

De hecho, el diseño también convence tras un mes de uso en una cuestión importante: la del tamaño de un dispositivo de 5,5 pulgadas que no parece en ningún momento tan grande. Su ergonomía es notable y esa parte posterior curvada lo hace muy agradable en el manejo que, eso sí, será difícil que pueda hacerse con una mano. El uso de marcos laterales muy finos hace que la pantalla ocupe buena parte del frontal, algo que destaca y que permite hacer que esas dimensiones sean aún más contenidas.

No estamos tan contentos con la disposición de los botones de encendido y de volumen, que se colocan una vez más en la parte posterior. Su tacto es correcto, pero para alguien acostumbrado al botón de encendido en la parte lateral las ventajas son evidentes. Incluso con opciones como KnockOn o Knock Code, el bloqueo con el botón de encendido suele ser más accesible en numerosas ocasiones, y con el móvil apoyado en la mesa esta acción no es practicable.

El software dispone de funciones interesantes que se suman a un diseño plano agradable a la vista en ciertas áreas (en otras, como el de las notificaciones y los controles rápidos, no tanto para mi gusto). El teclado no acabó de convencer, sobre todo por la disposición de algunas teclas, aunque sí dispone del modo "Swype" para escribir. La presencia constante del teclado numérico es un plus para el uso de la introducción de texto.

La pantalla 2K no convence

La cámara del LG G3 también demostró una calidad sobrada en la mayoría de situaciones, y ese enfoque láser parece ayudar en situaciones de baja luminosidad en las que, eso sí, los resultados no son tan destacables como los de otros terminales que han prestado especial atención a estos escenarios.

Pero la característica más llamativa del LG G3 es su pantalla, que dispone de resolución 1440p (2K) y que lo convertía en el primer terminal de gama alta "masivo" -distribuido a gran escala- que ofrecía esa opción. En interiores la definición es claramente notable, pero salvo en apartados muy específicos como la reproducción de vídeos 1440p o la realización de zoom en fotos, la pantalla no ofrece grandes ventajas.

De hecho, es prácticamente indistinguible de una pantalla 1080p, lo que nos hace preguntarnos si compensa su introducción. No nos lo parece, a juzgar por el hecho de que la autonomía de la batería es claramente inferior a la de su predecesor, un LG G2 que se había convertido en referente en este apartado. Es una lástima, pero creemos que la introducción de estos paneles es un error que ni LG ni el resto de fabricantes deben cometer hoy en día, sobre todo porque eso suele incrementar también los costes además de tener un impacto evidente en una autonomía de batería que sin ser mala (aguanta un día sin problemas), se resiente.

Más información | LG G3 | Análisis.

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