¿Pueden los gadgets devolvernos ese tiempo que tanto nos ocupan de nuestra vida social?

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Sacar el móvil del bolsillo. Desbloquearlo. Revisar las notificaciones. Distraerse 15 segundos haciendo scroll por Twitter. Guardarlo y seguir con tus cosas. Así hasta 100 veces al día. 6 cada hora. Diferentes estudios, da igual el fabricante y el modelo, arrojan datos bastante preocupantes: nuestros gadgets nos están distrayendo un montón. Y nos gusta.

Este otro estudio arrojaba datos similares: 85 interacciones al día, casi cinco horas pegado al smartphone. Lo de «pegado» es literal: otro extracto decía que no nos alejamos más de un metro del terminal durante todo el día. ¿Qué lectura podemos extraer de todos estos estudios?

Que disfrutamos de nuestros gadgets, ni más ni menos. Ya lo decía The Atlantic: se trata de pequeños regalos por acciones, liberando dopamina a través de la expectación de buenas noticias. Esto es: hay alguien al otro lado, tenemos vida social, somos parte de algo más grande. Y nuestros gadgets sólo son herramientas para alcanzar estas metas, nunca las metas mismas. O no deberían.

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Alimentando la vida social

Antes del smartphone fue el reloj y, antes, la lectura pública. Y podríamos seguir hasta remontarnos a esas pinturas bucólicas y ensimismadas. El cerebro siempre está recibiendo estímulos, procesando información, leyendo el entorno y consumiendo recursos. Las redes sociales han encontrado una forma distraernos, como niños ante esa fuga del jugar en cualquier momento, de huir a su pequeño cuartel secreto que, según vamos creciendo, se evapora.

Las redes sociales han encontrado una forma de mantenernos distraídos, son nuestro cuartel secreto

A todos nos parece feo que alguien nos ignore. De hecho, ésta es la razón por la que el 82% de los estadounidenses se quejan de que su contertulio saque el teléfono estando en público. Pero eso no evita que casi el 90% de los poseedores de un teléfono lo hagan. Es más: se pone sobre la mesa y forma parte activa de la conversación. Si se necesita información: teléfono. Si hace falta recordar este momento: foto con cámara del teléfono. Si es necesario no olvidar algo: nota apuntada con la app del teléfono.

Hay una queja generalizada de que ésta es una generación centrifugada, sin tiempo libre, sin capacidad de desarrollar hobbies. Pero la realidad es diferente: se consume más cine y música y lectura en apenas 30 años que la generación anterior a lo largo de toda su vida. Claro que tenemos hobbies y, de hecho existen las herramientas para facultarlos, para potenciar el conocimiento en torno a ellos y hacerlos más grupales (sociales) y menos experiencias independientes.

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Dedicándose a la vida contemplativa

Ésta es una frase propia de profesores de antaño. La vida contemplativa, entendida dentro de un marco de responsabilidad heredado por nuestra propia conceptualización del mundo es, en esencia, huir de ellas. La acepción tradicional, en cambio, habla de la observación pausada y el estudio, algo que nos queda un tanto lejano, fuera de la vida académica.

Disfrutamos no haciendo nada, no pensando en nada, no haciendo caso a la responsabilidad

Decía Lars Svendsen que los mitos religiosos han sido sustituidos por una individualidad que desemboca en aburrimiento, de ahí que no queramos desprendernos de estos momentos de escapada hacia adelante, de coquetear con el móvil, porque somos como niños jugando, haciendo como-que-ignoramos la agotadora vida real.

Una perspectiva romántica pero que, como algunos estudios han indicado, sanea nuestro cerebro. Disfrutamos no haciendo nada, no pensando en nada, no haciendo caso a la responsabilidad a favor de ese «te distraes con una mosca». Porque la mosca, y esto no es un guiño a "Breaking Bad", nos ayuda a pensar en nosotros mismos.

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Acercando los conceptos de siempre a nuevos tiempos

Cualquier dueño de un smartwatch se habrá dado cuenta: ha reducido el uso del smartphone. Porque, donde antes tenías que sacar y desbloquear el terminal, ahora la información se muestra de un simple giro de muñeca. Está ahí, a simple vista. Y, de alguna forma, pierde valor. Ya no adquiere sentimiento de exclusividad, no es tan “nuestro”.

El reloj de pulsera desempeñó un rol fundamental: eran un instrumento necesario para sobrevivir

Un smartwatch nos acerca un concepto viejo a un escenario actual. El reloj de pulsera nació para acercar algo intangible —el tiempo—: el joyero parisino Louis Cartier desarrolló su reloj ‘Santos’ en 1904 para Alberto-Santos Dumont, pionero de la aviación. Ya no se trataba de un elemento ornamental, una joya, sino un instrumento necesario para sobrevivir. Los pilotos debían calcular el combustible, rumbo y tiempo de vuelo, así que se ataban por medio de una correa un reloj de bolsillo a la muñeca.

Relojes Antiguos

Ya en 1880, el fabricante Girard-Perregaux suministraba relojes a la Marina Imperial Alemana. Pero el reloj de bolsillo requería el uso de las dos manos, así que lo ataban a una cadena y un anillo o bastón para facilitar su manipulación. En 1902, Omega promocionó su reloj de pulsera bajo el lema «un elemento indispensable del equipamiento militar». Y lo era, vaya que sí: en plena Primera Guerra Mundial podían calcular cuándo se hacían los cambios de turno y aprovechar para programar sus ataques.

Cuando el reloj se convierte en todo lo demás

Ahora volvamos al siglo XXI. Nuestros teléfonos son agendas, despertadores y, cómo no, relojes. Pero, ¿y al contrario? Nuestra vida social ha sido amplificada a través de todas estas herramientas. Pero un smartwatch puede aunar la comodidad de la que hablábamos con la normalización de una herramienta que cuenta con más de un siglo de vigencia.

Gear S3 Experience Wrist Visual

Si nos fijamos en un smartwatch como el nuevo Samsung Gear S3, éste incorpora un GPS intuitivo y muy eficaz. No necesitamos cargar con herramientas extra, como el viejo soldado con su cinturón copado de brújulas. Este GPS, junto a las aplicaciones creadas exclusivamente para monitorizar deportes —snowboard, ciclismo, piragüismo, incluso carreras en quad— nos ofrece información sin pasar horas investigando o cotejando cifras. Igual con cualquier actividad que se preste a controlar el consumo calórico o las pulsaciones: las posibilidades dependen de cada uno.

Apuramos unos segundos a favor de la información inmediata, sin subterfugios

A través de un smartwatch no derivamos los 100 desbloqueos que decíamos al principio, sino que los transformamos en acciones útiles. Apuramos unos segundos a favor de la información inmediata, sin subterfugios. Es un complemento pensado para dejar aparcados otros gadgets más pesados y liberar nuestro tiempo. Además, el citado Gear S3 es, según Samsung, una buena opción para las escapadas: su pantalla es extremadamente resistente, con certificado IP68, sumergible hasta 1,5 m y, cómo no, está pensado para combatir el envite del aire libre o el polvo del campo.

Una vida de pequeños momentos

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Bajo un diseño tradicional, que no desentonaría frente a un reloj común —hasta la correa es intercambiable con cualquier correa estándar de 22 milímetros— el Gear S3 esconden 4 GB de memoria que podemos copar con cualquiera de las 10.000 aplicaciones que ya existen para Tizen. A través del bisel circular del frontal, vamos rotando entre aplicaciones, sin esperas ni tiempos de carga.

Con Gear S3 podemos recibir llamadas a través del reloj, gracias a su micro y altavoz incorporado

Disponemos de un altímetro, con su respectiva aplicación para memorizar todo el recorrido, los picos, con gráficas y estadísticas en tiempo real que podemos archivar en nuestro móvil Samsung S7. Podemos analizar la presión atmosférica a través de su barómetro, de manera que nos ayudará a calcular los cambios meteorológicos.

Tizen, por cierto, es el sistema operativo anfitrión. Samsung presenta esto como otra ventaja, ya que al disponer de un ecosistema propio, evita la interferencia y suciedad de aplicaciones externas no validadas que no han pasado los procesos de certificación. Es decir: todo funciona de manera muy revisada.

El reloj, a diferencia de los anteriores Gear S2 y Gear S2 Classic, los nuevos Gear S3, ya sean en modelo Classic o Frontier, incluye, un altavoz y un micrófono, así que se pueden recibir llamadas a través del reloj. Sí, como un espía. Incluso se puede usar para escuchar música directamente, como mando a distancia para reproducir las canciones del S7 vía Bluetooth, WiFi 802.11b/g/n o NFC, o como altavoz o despertador, según la necesidad, además de ser totalmente compatibles con los auriculares “inteligentes” Gear IconX.

Gear S3 Highlights Overview

Como decíamos, sabemos que nos distraemos porque disponemos de las herramientas para medirlo todo. ¿Cómo podríamos regañar a ese abuelo que pasa la tarde viendo caer hojas en un parque o esa abuela que cose un jersey como si no tuviese nada más que hacer?

Quizá nos hemos castigado en exceso a través de esa consciencia adquirida. O, lo que es lo mismo: toda esa información la hemos usado como arma arrojadiza en vez de darle su verdadero valor. Y está en nuestra mano —o nuestra muñeca— revertir la situación.

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