“Mi primer Android”: así comenzamos en el equipo de Xataka Android nuestra relación con la plataforma que cumple diez años

El próximo domingo 23 de septiembre se cumplen diez años desde el lanzamiento de la primera versión de Android, una década en la que hemos sido testigos del crecimiento imparable de la que hoy es la plataforma líder indiscutible del mercado móvil. En Xataka Android vamos a publicar una serie de artículos para celebrar el décimo cumpleaños de Android y la inauguramos con un enfoque más personal.

La historia de Android es de dominio público, sabemos las versiones que se han lanzado y cuándo, las funciones que se han ido implementando y la cuota de mercado que tiene el sistema. Pero hoy no vamos a hablar de la historia de Android, sino de nuestra historia. El equipo de Xataka Android nos hemos reunido para hablar de como fue nuestro primer contacto con Android y nuestra relación más personal con la plataforma. ¿Nos acompañas?

Alejandro Nieto

Cuando Google presentó Android con el HTC Dream supe que acabaría teniendo algo parecido, y pronto. En aquella época me apañaba con una PDA con Windows Phone, con la que no se podía estar conectado en todo momento (la Wifi era inestable y además agotaba la batería). Pude trastear con el HTC Dream en el Mobile World Congress de 2009 pero fue hasta agosto de 2010 cuando me decidí a comprarme un Nexus One.

La experiencia, viniendo de una PDA, era alucinante. Todo el día conectado al WiFi, tener el correo, el navegador y el buscador a una pulsación de distancia. Increíble. Y además tuvo muchas actualizaciones. Me enganchó tanto que acabé siendo editor de Xataka Android al comienzo de su andadura, y eso que yo venía de escribir en las publicaciones de negocios.

Android me enganchó tanto que acabé siendo editor de Xataka Android al comienzo de su andadura, y eso que yo venía de escribir en las publicaciones de negocios.

La evolución en estos años de Android ha sido notable, mejorando el interfaz de usuario, los efectos, la calidad en general de software. Sigue habiendo problemas, como los retrasos en las actualizaciones del sistema y algunas inconsistencias (varias aplicaciones para hacer lo mismo en algunos fabricantes) pero creo que la clave de todo es que ha logrado democratizar el acceso a los smartphones: hay terminales que son un éxito incluso en países de desarrollo.

Sin Android, el devenir de los teléfonos inteligentes habría sido otro, sin duda, seguramente los terminales serían más escasos y más caros, la interfaz sería peor e Internet sería distinto, no tan enfocado en la experiencia móvil. Por ello creo que Android se merece un buen aniversario, por lograr tanto en tan poco tiempo.

Amparo Babiloni

Ya conocía la plataforma por amigos, pero la primera vez que pude probar un Android más a fondo fue cuando mi padre se compró el HTC Wildfire S. Por aquel entonces yo tenía un iPhone 3G y recuerdo que al primer vistazo el cambio fue bastante chocante. Mi primer contacto fue un tanto torpe, no entendía por qué no encontraba las aplicaciones en los escritorios hasta que descubrí el cajón de aplicaciones. Nadie nace aprendido, ¿vale?

Recuerdo con especial cariño aquellos widgets enormes con ese diseño que me parecía tan recargado, pero reconozco que quería poder tenerlos en mi iPhone. De hecho, creo que por eso me aficioné al jailbreak. No cambié el iPhone durante mucho tiempo, e incluso renové al iPhone 4 porque, no nos engañemos, la experiencia de uso de Android en sus primeros años estaba bastante lejos de lo que ofrecía iOS.

Recuerdo con especial cariño aquellos widgets enormes con ese diseño que me parecía tan recargado, pero reconozco que quería poder tenerlos en mi iPhone. Por eso me aficioné al jailbreak.

Cuando mi iPhone 4 se murió me compré mi primer móvil Android, un Nexus 4. Por aquel entonces ya había llegado Android 4.4 KitKat y la experiencia era mucho más fluida. El diseño también se había pulido muchísimo y en general el sistema se parecía mucho más al Android que conocemos hoy. Por fin pude poner widgets, temas, packs de iconos y todo tipo de tweaks sin ningún esfuerzo.

Android me dio toda la libertad que echaba de menos en iOS, pero si hay algo que no me gustaba y sigue sin gustarme es la personalización que imponen muchos fabricantes. He probado infinidad de móviles por el camino y, aunque hay capas muy bien trabajadas, creo que acaban empañando la experiencia de uso. Personalmente prefiero la plataforma en su versión más limpia, como la concibe Google, sin añadidos, que para ponerle un launcher y cambiar los iconos ya estoy yo. Igual por eso tengo un Pixel 2 XL. Larga vida a Android.

Cosmos

Mi primera toma de contacto con Android fue en noviembre de 2007, a través del primer emulador que Google lanzó para que los desarrolladores ya pudieran ir conociendo más sobre este nuevo sistema operativo para móviles, el cual me llamó la atención desde el primer día de su anuncio, y que vi cómo iba evolucionando su interfaz con cada nueva versión previa de su SDK, pero no fue hasta mediados del 2009 hasta que tuve mi primer móvil Android.

Me llamó la atención Android por ser un sistema operativo libre y porque habían muchas compañías muy importantes detrás de la Open Handset Alliance, con lo que ya preveía que iba a ser todo un éxito ese nuevo sistema operativo móvil de Google que iba a por todas para competir contra Symbian, BlackBerry, Windows Mobile y ese nuevo iPhone que fue anunciado unos meses antes.

Me llamó la atención Android por ser un sistema operativo libre y porque habían muchas compañías muy importantes detrás de la Open Handset Alliance.

El primer móvil Android que tuve fue HTC Magic, que fue el primer móvil que Google lanzó en Europa bajo su soporte. La compañía del buscador era la responsable de las actualizaciones, y eso me consiguió fidelizar con su sistema operativo y con los móviles que Google lanzó en el futuro bajo su soporte. Me gustó eso de recibir a los pocos días las nuevas versiones de Android mientras que veía como amigos y familiares con otros modelos sufrían la temida fragmentación.

Al año siguiente renové el HTC Magic por el Nexus One, y a partir de ahí, fui renovando de móvil prácticamente cada dos años, hasta que dejaban de recibir actualizaciones y veía que necesitaba algo con más potencia y mejor cámara, con lo que luego tuve el Galaxy Nexus, el Nexus 5 y el Nexus 6P. Al tener siempre un móvil actualizado por Google me ha permitido vivir la evolución que ha tenido durante estos 10 años con cada una de sus versiones.

Enrique Pérez

Mi primer móvil Android fue el HTC Desire. Era 2010 y también estaba el Nexus One pero por alguna razón aposté por el HTC. Y lo más curioso es que fue HTC Sense el motivo que me llevó a decidirme por él. Qué gran diferencia con hoy en día, donde para mi contar con una experiencia limpia es mucho más gratificante.

El problema en aquel entonces estaba en la memoria. Únicamente tenía 512MB y había que hacer malabares para poder aprovechar la microSD. También por ello fue el motivo por el que acabé instalando una ROM personalizada. De hecho, yo ya tenía experiencia con el mundillo root porque años antes ya me había peleado con una tablet Android Hannspad.

El problema por aquel entonces estaba en la memoria. Únicamente tenía 512MB y había que hacer malabares para poder aprovechar la microSD. Acabé instalando una ROM.

Era la época de los task killlers, ColorNote e instalar múltiples Kernels que te permitieran mejorar el rendimiento. Afortunadamente con el paso del tiempo Android es mucho más estable y maduro, pero por 2010 fue cuando descubrí que el potencial de un móvil Android también recae en el trabajo de la comunidad que haya detrás.

Iván Ramírez

Llegué a Android allá por 2012, de la mano de un Sony Xperia Mini Pro. Aterrizaba en vuelo directo desde Symbian, pues mi móvil anterior era un Nokia 5800 Xpress Music, y me llamó la atención lo fluido que iba el sistema y lo vistosa que era la interfaz.

Estamos hablando de Gingerbread, que aunque no era la versión más bonita de la historia, Sony se había preocupado mucho de darle una capa de pintura encima que era muy resultona, con toques a lo SPB Shell, con animaciones 3D y un curioso lanzador con carpetas en cada esquina.

Aterricé en Android en vuelo directo desde Symbian y me llamó la atención lo fluido que iba el sistema y lo vistosa que era la interfaz.

De mi primera incursión en Android se me quedó grabado a fuego el miedo a que se conectara a Internet sin mi permiso y me arruinara. No tenía un modo fácil de desactivar el uso de datos y había poco control sobre el uso de datos de las aplicaciones, así que pasé largas horas revisando quién usaba los datos y cómo, o desactivándolos por completo al ir a la calle.

Cuando haces Android, ya no hay stop, y aunque esta primera experiencia con Gingerbread tuvo sus momentos agridulces, las posibilidades de personalización que se abrían mediante root y la comunidad de usuarios me convencieron de que era el sistema operativo para mi. Y así hasta hoy.

Jose García

Después de un par de años con un Nokia X6-00, y tras convertirlo en un bonito pisapapeles al flashear un firmware que no era el suyo, me compré mi primer Android en 2012, un HTC One S negro con acabado en cerámica. Lo primero que me llamó la atención fue lo grande que era, y es que montaba una pantalla de 4,3 pulgadas de 540 x 960 píxeles. Cómo ha llovido desde entonces.

Venía con Ice Cream Sandwich en sus entrañas maquillado con Sense, una capa de personalización que daba mucho de sí. Particularmente me gustaba la animación de desbloqueo, que era arrastrando un aro hacia el medio, y la cámara de fotos de ocho megapíxeles, que por aquellos entonces era una maravilla. Creo que fue con este dispositivo con el que empecé a interesarme por Android.

Con el HTC One S me empecé a interesar por Android y poco después acabé llegando al mundo del rooteo. En la actualidad sigue funcionando gracias a CyanogenMod.

Poco después, y creo que esto es algo que nos habrá pasado a todos, acabé llegando al mundo del rooteo, y ahí empezó el acabose. Rootear el HTC One S era un trabajo infernal, aunque lo conseguí tras brickearlo un par de veces. De hecho, en la actualidad funciona perfectamente gracias a CyanogenMod 12.1 (Lollipop), a pesar de que HTC lo abandonó en Jelly Bean. Ahora vive en un cajón con la pantalla hecha añicos y una batería que se gasta en un soplo, pero funcionar, funciona.

Creo que desde entonces, Android ha evolucionado muchísimo. Yo, a título personal, me he pasado a iPhone por una cuestión de gustos, pero creo que Android tiene un enorme potencial y un sinfín de funciones que iOS debería imitar de una forma u otra. Google ha hecho un gran trabajo puliendo las asperezas de Android, y sus últimos gama alta, así como Android One, son la prueba más evidente.

Laura Sacristán

Tras pasar mi adolescencia con los famosos Nokia (3210, 3310, 8210, etc.), comencé mi relación con los smartphones de la mano de Symbian, tuve un coqueteo con un Samsung Jet y, a finales de 2010, me enamoré de mi primer iPhone (el 4). Desde entonces, mi teléfono personal siempre ha sido un iPhone. Eso, sin embargo, no me ha impedido trastear con multitud de terminales Android y usar alguno de ellos como segundo teléfono.

El primer Android que cayó en mis manos fue el Samsung Galaxy S3. Venía con la versión Ice Cream Sandwich, pero pronto pude actualizarlo a Jelly Bean. Por aquel entonces yo usaba el iPhone 4s y recuerdo que el sistema operativo de mi nuevo Samsung me pareció complicadísimo: no encontraba las aplicaciones, no sabía cambiar algunos ajustes, me resultaba una odisea desactivar funciones y tenía un miedo enorme a que le entrara un virus.

Poco a poco me hice con el sistema operativo y empecé a valorar la libertad que aportaba Android frente a iOS.

Poco a poco me hice con el sistema operativo y empecé a valorar la libertad que aportaba Android frente a iOS, sus widgets, sus posibilidades de personalización, su amplia variedad de apps gratuitas (incluyendo WhatsApp, ¿os acordáis?)… Y algunos aspectos del hardware que eran comunes a casi todos los Android, como el cargador universal y la ranura micro SD.

Hay que reconocer que Google ha evolucionado a pasos de gigante con su sistema operativo hasta el punto de adelantar por la derecha a iOS en muchos aspectos. A las pruebas me remito: muchas de las funciones que ha incorporado iOS 12 a mi pareja actual (el iPhone 8 Plus) ya las estaba disfrutando desde hace tiempo con mi amante Android (el Huawei P20 Pro).

Samuel Fernández

Puede decirse que llegué a Android cuando aún daba sus primeros pasos, pero mi aterrizaje fue completamente de rebote. Tras algo más de un año con un Nokia N81 que acabé destrozando (el botón central estaba hueco y siempre se rompía) sentí la necesidad de buscar nuevo teléfono, y en una búsqueda se me cruzó delante la HTC Hero. Ni siquiera me fijé inicialmente en qué sistema operativo montaba, ni su pantalla táctil, la primera impresión fue la de su diseño. Imagino que no hemos sido pocos los que llegamos a Android a través de HTC.

Me sorprendió el teléfono por lo bien que funcionaba y fue entonces cuando me empecé a interesar de una forma más serie por su sistema. Llegó a mis manos con Eclair, y a los pocos meses dio el salto a Froyo. Gingerbread llegó de forma oficial mucho después, y la versión que sería, a la postre, la última, la 2.3.4, ni siquiera llegué a instalarla hasta sus últimos días, pues yo vivía en el mundo de las ROMs, cuando ya tenía un Nexus One que venía de camino a casa. De nuevo HTC, pero bajo el cuerpo de Google y con Android completamente puro.

Los años de roots, recoveries personalizados y otros juegos ya pasaron, pero Android se ha pegado a mí como una lapa.

El Nexus One terminó de abrirme los ojos a un sistema que no he abandonado desde aquel HTC original, pese a tener pequeños escarceos con la competencia en otros dispositivos. En mi despacho hay un Macbook Pro, en mi sofá hay un iPad pero Android no va a salir de mi teléfono en un futuro cercano. Hoy ya no juego con las ROMs aunque sigo valorando la experiencia de Android puro por encima de todas las demás. Los años de roots, recoveries personalizados y otros juegos ya pasaron, pero Android se ha pegado a mí como una lapa y, la verdad, me sigue dando todo lo que busco en un móvil.

Por suerte, el sistema ha madurado enormemente en estos años. Android puro hoy, aunque la versión con la que yo juego es la One, no tiene nada que ver con la de hace algunos años. Hoy el sistema necesita pocos aditivos, y hay terminales de sobra para poder moverte sin tener que abrir la puerta de la competencia, por más tentadora que sea en algunos momentos. Aunque tengo mis marcas preferidas, probadas durante mucho o poco tiempo, aún me queda mucho por experimentar. Android está en su mejor momento.

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