Mi mejor propósito del año nuevo fue desactivar las notificaciones de WhatsApp

Mi mejor propósito del año nuevo fue desactivar las notificaciones de WhatsApp
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Vaya por delante que no escribo sobre este propósito de desactivar las notificaciones de WhatsApp para 2023 que apenas tiene un par de semanas de vida, si no una meta que ejecuté en 2022, harta de la sobreconectividad y de la dificultad que entraña a la hora de concentrarme. Sí, tu móvil es una consola, una cámara, una TV, un ordenador y sirve para llamar, pero también es el dispositivo que ha conseguido mantenernos enganchados consumiendo contenido y, en definitiva, perdiendo el tiempo.

Las redes sociales están diseñadas para que pases tiempo en ella, pero WhatsApp lo carga el diablo: chascarrillos en grupos, dramas narrados mediante audios que funcionan como podcasts por episodios, matar el aburrimiento. Así que en 2022 corté por lo sano: desactivé las notificaciones de WhatsApp y me alegro.

WhatsApp es imprescindible

Ni es nueva ni es tu descubrimiento del año, pero WhatsApp es (casi) imprescindible para la comunicación: la usas con tus amiguis y con la familia, pero también en los grupos escolares o incluso para comunicarte con la fontanera o el peluquero.

Que sí, que hay alternativas a WhatsApp tan solventes como Telegram (si me preguntas a mí, mucho mejor que la app de Meta), pero el gran problema siempre es el mismo: que lo use toda tu gente. A lo largo de los años he conseguido convencer a parte de mi entorno para dar el salto a Telegram, pero siempre va a haber gente como mis padres que este cambio les supondría una curva de aprendizaje que no les merece la pena. Tampoco es viable recurrir a los SMS, que cuestan dinero y están más limitados.

Bueno, siempre te quedan las llamadas. Aunque bajo ciertas premisas puedan ser intercambiables, las llamadas y los WhatsApp aportan y requieren elementos diferentes a una conversación: una llamada requiere que estés disponible en un momento determinado y que tu atención esté a tope. Además lleva implícito información a bocajarro y la toma de decisiones. Con una aplicación de mensajería puedes leer, reposar el mensaje, darle una vuelta y contestar. ¿Que necesitas echar la vista atrás? En una llamada (sin grabar) te queda tirar de lo deformado de los recuerdos, mientras que en WhatsApp tienes palabra a palabra lo que ha dicho la otra persona. Si añadimos los audios, con un WhatsApp hasta tienes la ventaja del lenguaje oral, con sus pausas y tonos.

Como consecuencia, se usan para conversaciones diferentes: ¿son las 3 de la mañana y tu abuela se ha puesto muy enferma? ¿Has quedado con alguien en un sitio abarrotado y no consigues verle? ¿No tienes claro si hay que echarle la sal al txuletón antes de cocinarlo o después y ya tienes la plancha caliente? Llama, insensato.

Si la idea es que tu amigo te cuente cómo le fue su cita, o estás aburridísimo en un viaje de tren y te apetece que se entere el resto del vagón mediante una llamada o lo habitual es que recurras al WhatsApp. Mi peluquera incluso tiene una forma curiosa de utilizarlo: si llegas tarde a la cita que tienes concertada, te va a llamar. Pero si ha conseguido terminar antes la cita anterior y le gustaría que vinieras algo antes, te envía un mensaje. Entiende que en el segundo caso es una opción y que una llamada sería forzarte, con toda la lógica del mundo, puesto que probablemente hayas cuadrado agenda y antes estés haciendo otra cosa. Si no es el caso, pues te acercas y ganáis las dos. La cuestión está en saber priorizar los mensajes y su grado de urgencia.

Una cuestión de prioridades

Noti

Por tanto, eliminar WhatsApp tampoco era una opción. La vía alternativa pasaba por desactivar las notificaciones de WhatsApp. Si WhatsApp no se usa para cosas urgentes, en teoría no debería suponer una gran pérdida no recibir avisos cuando alguien me escribiera. Tarde o temprano entraré a WhatsApp a ver qué se cuece.

¿Qué he ganado y qué he perdido desactivando las notificaciones? Yo ya trabajo con el móvil en silencio, por lo que molestias mientras escribo cero, pero sí que pueden ser una interrupción mientras estoy haciendo otras tareas. Teniendo en cuenta que ya tengo los avisos sonoros de redes sociales y de correos, en estos momentos solo me "molestan" llamadas y los Telegram. Gano en tranquilidad y mirar menos el móvil.

...pero de vez en cuando entro a WhatsApp y descubro ese mensaje de la peluquera para adelantar la cita a la que podría haber llegado, avisos de mi grupo de pádel sobre una posible baja que podría haber cubierto yo misma o que alguien me diga que si me apetece tomar algo, que tiene un rato libre. Citas y oportunidades perdidas por llegar tarde. No me he sentido mal por ello: en todos los casos siempre quedaba el recurso de la llamada.

Toca hacer balance, ¿merece la pena? En mi caso rotundamente sí: este 2023 las notificaciones de mi WhatsApp siguen desactivadas.

Imagen | Montaje con fotos de Kristina Flour vía Unsplash y BossFunkeHarry vía Wikimedia

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