WhatsApp necesita aclararse y dejar de tener miedo

WhatsApp necesita aclararse y dejar de tener miedo

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WhatsApp necesita aclararse y dejar de tener miedo

Antes de empezar con el artículo, me gustaría aclarar el uso del verbo "necesitar". Técnicamente, WhatsApp no necesita nada, ya que es una de las aplicaciones de mensajería con más éxito de todos los tiempos y miembro honorífico del "club de los mil millones de instalaciones". Entiéndase más bien como una recomendación que podrán compartir, o no.

Ahora bien, también es verdad que WhatsApp vive, y mucho, de las rentas. La partida no les ha salido para nada mal y por ahora, seis años después, todavía sigue funcionando. Pero todo en esta vida sufre la erosión del tiempo, y WhatsApp no es una excepción.

La inercia no dura para siempre: el caso Messenger

WhatsApp llegó a nuestras vidas allá por 2010, una época en la que para muchos de nosotros chatear era sinónimo de Windows Live Messenger o Yahoo! Messenger. En el móvil era un poco más difícil porque iban algo más limitados de potencia, pero lo que se llevaba más que los clientes oficiales (el de Messenger siempre fue muy malo o inexistente) eran las aplicaciones para varias redes de mensajería como Nimbuzz o Fring.

Igual que hoy decimos "mándame un WhatsApp", entonces decíamos "añádeme al Messenger". Parecía que el reinado de Messenger duraría mil años. (Casi) todo el mundo tenía una cuenta y parecía imposible que toda esa gente empezara a chatear en otra red o simplemente dejara de hacerlo. Excepto que eso es justamente lo que pasó..

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El viejo "Messenger". ¿Le pasará lo mismo a WhatsApp?

El tiempo no perdona, y la incapacidad de Microsoft para mantener el ritmo de actualizaciones y sacar un cliente para móviles aceptable unida a la enorme pujanza de las redes sociales como Facebook o Tuenti comenzaron la fuga de usuarios. No sucedió de un día para otro, pero sí incesantemente. Cada vez que un usuario se cansa de la red de mensajería, la utilidad de la misma se reduce para su red de amigos, así que una vez la fuga ha comenzado, el efecto bola de nieve hace el resto.

WhatsApp no es Messenger y, de hecho, WhatsApp probablemente fue el último clavo en el ataúd de Messenger que Microsoft enterró finalmente en 2012. Skype debería ser el sucesor natural de Messenger (que Microsoft compró un año antes). "Todo el mundo tiene y ama Skype, así que lo usarán para chatear ¿verdad?, ¿¿verdad??", parecía pensar algún directivo de Microsoft. Pues no. WhatsApp ya era el estándar y Skype era un desastre para chatear, un estropicio que aun hoy, cuatro años después, está intentando arreglar la compañía de Redmond.

¿Ha comenzado el ocaso de WhatsApp?

Ahora WhatsApp parece estar en una situación similar. Sigue manteniendo una posición predominante en el mercado en un gran número de países, pero también va perdiendo fuelle por el camino. No es tan grave como para echarse las manos a la cabeza, pero es inevitable pensar que mientras que hace unos años WhatsApp era una aplicación casi mágica para mandar "SMS" gratis (un lujo en países donde los SMS eran bastante caros como en España), hoy en día técnicamente es una aplicación más de tantas otras que hacen lo mismo.

Que levante la mano el que no haya probado otra aplicación de mensajería y en cierto modo se haya sentido impresionado por alguna función no disponible en WhatsApp, sin apenas mejoras o cambios desde hace años. Igual que Microsoft ignoró el empuje de las redes sociales y los teléfonos móviles, hoy WhatsApp opta por ignorar los beneficios de las conversaciones en la nube y la comunicación multiplataforma (sí, el cliente para Windows y web es poco menos que una chapuza para salir del paso).

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WhatsApp en PC: un apaño muy poco logrado

Los jóvenes tampoco están muy en las miras de esta aplicación de mensajería. La interfaz es tirando a aburrida, sin grandes posibilidades para el entretenimiento más allá de enviar mensajes de texto, emojis de lo más normales y fotos. El paquete básico. Aquí no hay stickers, GIF animados de Internet ni nada que lo haga especialmente atractivo para las generaciones que vienen y las cuales, nos guste o no, están tan interesadas en comunicarse como en divertirse mientras lo hacen.

WhatsApp tiene varias ventajas con respecto a la competencia. La interfaz es bastante simple, no usa demasiados recursos, es rápido y más o menos fiable. Sin embargo, probablemente la ventaja principal sea otra heredada del pasado: el grueso de usuarios. ¿Es suficiente esto para mantenerse en cabeza indefinidamente? Ya hemos visto que a Messenger no le valió, desapareciendo por completo algo más de una década después. La historia no tiene por qué repetirse y menos con exactitud milimétrica, pero si fuera así, a WhatsApp le quedaría más o menos un lustro.

Miedo a innovar

Uno de los problemas de WhatsApp hoy en día es que no está muy claro qué es y qué quiere ser. Por un lado, se aferra a su tradicional discurso de la protección de la privacidad, mientras por el otro lado pertenece a Facebook desde hace dos años, una red social que como tal apuesta por todo lo contrario: compartir tanto con otras personas como con sus anunciantes.

El discurso en los últimos tiempos es que WhatsApp, al igual que Hangouts, se centrará un poco más en usos más serios, materializados últimamente en el envío de documentos y la inminente llegada de los perfiles de empresas. Es como si Facebook estuviera reservando el uso más trivial de la comunicación para su otra aplicación de mensajería, Facebook Messenger. Aquí llegan todo tipo de experimentos, GIF animados de Giphy, stickers, bots e integración con todo tipo de servicios.

Por su parte, lo más emocionante que ha pasado en WhatsApp últimamente a WhatsApp son... ¿los GIF animados? Más o menos, ya que técnicamente son vídeos.

WhatsApp nunca ha destacado precisamente por ser demasiado rápido desarrollando novedades. Costó sangre, sudor y lágrimas conseguir las llamadas de voz, y la historia parece estar repitiéndose ahora con las llamadas de vídeo. A diferencia de las aplicaciones de Facebook, donde la máxima es "Ship early and ship twice as often", con experimentos constantes que a veces salen bien, a veces salen mal, WhatsApp es mucho más cauto con sus novedades.

Novedades estas que llegan tarde, en muchos casos incompletas y en la mayoría de los casos de forma insatisfactoria. Mientras que en Telegram cada versión incluye por lo menos alguna novedad visible, en WhatsApp hay que sufrir para tener un envío de "GIF" que es poco menos que una chapucilla.

El miedo de WhatsApp es entendible. La cifra de usuarios es simplemente impresionante y el cambio más mínimo causa conmoción a nivel mundial. Yo también tendría miedo a desatar iras a nivel mundial, pero si WhatsApp sigue basando su éxito en la inercia y la base adquirida de usuarios por su llegada temprana al mercado, es posible que su parte del pastel se vea reducida a medio plazo.

Al fin y al cabo, con móviles cada vez más potentes, ya no es motivo de elegir entre una u otra, y son cada vez las personas que instalan varias aplicaciones de mensajería (yo tengo seis) y acaban usando aquella que les gusta más. Hoy a lo mejor hablo con dos amigos a través de otra aplicación, mañana con tres... y en unos meses ni necesito abrir WhatsApp.

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