Usando un smartphone Android de 8GB en 2015, esta es mi experiencia

Usando un smartphone Android de 8GB en 2015, esta es mi experiencia

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Usando un smartphone Android de 8GB en 2015, esta es mi experiencia

Hacía mucho tiempo que no probaba un móvil con 8GB de capacidad. Desde finales del año pasado me he movido siempre con dispositivos de 16, 32 o 64GB. Sin ir más lejos, mi móvil de diario es un OnePlus One de 64. No entraba en mis planes usar un smartphone de 8GB y más tras lo sucedido con el Xperia M4 Aqua. Sin embargo, me di de bruces con este problema sin quererlo.

Como ya sabéis, la semana que viene Motorola presentará sus nuevos Moto G y Moto X. Decidí coger el último Moto G y usarlo como móvil principal para así luego poder palpar y sentir mejor las diferencias con el modelo de este año. Sin buscármelo, descubrí que un móvil de 8GB en 2015, puede ser bastante tortuoso.

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Malabares, root y tarjetas microSD

Cogí el Moto G y tras cargarlo lo restauré de fábrica para configurarlo desde cero. Sabía que era el modelo de 8GB pero en ningún momento me paré a pensarlo. Instalé todas las apps que suelo usar a diario. Lo fundamental, nada de juegos de hecho. Lo que más peso ocupaba era Spotify con un par de listas de reproducción bajadas y Pocket con los más de 400 artículos que probablemente nunca lea.

En ese momento, entonces, decidí echarle un ojo a la memoria para ver en cuánto se quedaban esos 8GB. De partida recordaba que el Moto G daba unos 4,8GB libres según lo configurabas sin nada más. Con todo lo que suelo utilizar a diario, me quedaba con solo 800MB disponibles. Poco pero pensé que iba a ser suficiente para ir haciendo pruebas.

Pasé el fin de semana con el móvil haciendo un uso normal: recibiendo correo, comunicándome con amigos y colegas por mensajería instantánea, navegando por la web y descargando tres o cuatro apps nuevas para probarlas. Llega el lunes y recuerdo que no había instalado Skype (una habitual, a pesar de ser una glotona de batería) y me encuentro con un error en Google Play.

Memoria Android

“No hay memoria suficiente” me advierte la tienda de aplicaciones de Google. “Había 800MB libres cuando configuré el teléfono” recordé pero al revisar la cantidad en ajustes descubrí que esa cantidad se había reducido a la mitad. A pesar de tener 400MB libres, mi Moto G decidió que no era suficiente para instalar Skype. Desinstalé Pocket y alguna app que ya había terminado de probar, problema resuelto.

Sin embargo, según pasaron los días la cantidad volvió a bajar. Puse una microSD para aliviar un poco el problema pero cada vez que volvía a instalar una aplicación ya estaba otra vez el aviso de que no había memoria suficiente. Frustrante, no suelo tener muchas apps instaladas en el móvil pero siempre hago mucha rotación para probar cosas nuevas.

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8GB resuelven necesidades demasiado modestas

Es cierto que mi experiencia de uso con un smartphone Android es diferente a la de muchos usuarios. Sin embargo, estar una semana con el Moto G me ha hecho darme cuenta de que sigue siendo un terminal formidable (aunque algo lento con los tiempos de carga) pero con un problema de memoria que se convierte en un compromiso bastante grande.

Hacer malabares con las aplicaciones y decidir cuáles son importantes para mí o cuáles puedo usar en forma de web móvil (Twitter, Pocket, Facebook…) hace que al final la experiencia no esté a la altura. A todos nos gusta probar aplicaciones y al final de un modo u otro acabamos llenando nuestra memoria de datos.

Ya sean vídeos e imágenes de los grupos a los que estamos en WhatsApp o aplicaciones que instalamos una vez y nos olvidamos de ella, sin olvidarnos claro de aquellas que tenemos instaladas para que nuestros sobrinos, hijos o demás criaturas pequeñas se entretengan. Sea como sea, hay muchas formas de llenar la memoria del móvil.

Probablemente a estas alturas del texto alguien esté pensando en que debería hacer root y aprovechar el extra de capacidad de la microSD para transferir aplicaciones (las imágenes, fotos y vídeos ya están casi todos ahí) pero os diré algo: esa no debe ser la solución para un usuario medio.

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Alguien que se compra un móvil pensando que quiere un dispositivo barato y que le resuelva lo más básico no tiene por que meterse en configuraciones avanzadas de este tipo para aliviar la memoria interna de su móvil. Google debe dar soluciones y los fabricantes ser un poco más compasivos con los terminales que tengan esta capacidad.

La prueba la he hecho con un Moto G que, como muchos ya sabréis, no instala apenas aplicaciones adicionales. Sin embargo, hacer este experimento con el smartphone de otro fabricante habría sido todavía más tortuoso.

En los últimos dos años hemos visto cómo los fabricantes de móviles han logrado hacer teléfonos muy competitivos en precio y con especificaciones lo suficientemente buenas como para hacer casi todo con solvencia. Sin embargo, la memoria sigue siendo la más olvidada, irónicamente, y la que al final termina convirtiéndose en un compromiso.

Habrá a quienes no les importe tener 8GB de capacidad pero cualquiera que tenga un poco de curiosidad por usar su móvil para algo más que llamar, ver Facebook y WhatsApp pronto descubrirá que esta memoria es insuficiente. Especialmente si quiere jugar a cualquier juego con ciertas pretensiones técnicas donde el espacio que ocupa suele ser de 1GB.

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